miércoles, 3 de febrero de 2010
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debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Konstantinos Kavafis
La filosofía es:
Más un modo de atender que de entender.
Ser conscientes de que es más interesante lo que nos sorprende que lo que nos da la razón.
Hacer menos ruido y cultivar el silencio atento.
Demorar las respuestas y evitar sobre todo las precipitaciones.
Tener flexibilidad mental y practicar esa gimnasia del espíritu consistente en escuchar.
Desconfiar de la seguridad ostentosa.
No sentirse incómodo ante preguntas que uno no sabe responder, pero que tampoco puede rechazar.
Aprender a sacar fruto del propio desconcierto.
Huir del enquistamiento en sus variadas formas: intelectual, moral o política.
Estar a gusto en la inquietud, a !a que Schopenhauer consideró como lo que mantiene
en movimiento el perpetuo reloj de la filosofía...
Dejarse invadir por una incorregible curiosidad.
Crecer en la capacidad de admiración proporcionalmente a la extrañeza de lo admirado.
Saber que la antitesis más rotunda del filósofo es el vencedor.
En suma: permanecer siempre vulnerable ante la realidad.
Daniel Innerarity, La filosofía como una de las bellas artes, Ariel, Barcelona 1995
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