sábado, 21 de marzo de 2009

Susan Blackmore: La máquina de los memes



Susan Blackmore: La máquina de los memes


Cualquiera que lea el título de este artículo se preguntará “¿no habrá una errata y en vez de “memes” querrá decir memos?”.

No, no es ninguna equivocación. Un meme es un concepto de reciente creación que hace referencia a la transmisión de la cultura y Susan Blackmore ha sido una de las primeras filósofas en montar una teoría al respecto. Pero antes de entrar a valorar la importancia de su pensamiento al respecto, hagamos una breve introducción al concepto.

En 1976 Richard Dawkins, etólogo de la Universidad de Oxford, dedicaba un breve capítulo de su obra El gen egoísta a un nuevo concepto ideado por él: el “meme”. Según Dawkins, un meme es un módulo de información contagioso que infecta y parasita la mente humana, donde se replica y altera su comportamiento, provocando la propagación de su patrón. El control del fuego en las sociedades prehistóricas, la práctica de las diferentes religiones, la animadversión contra el mundo musulmán, las revoluciones del proletariado, caeteris paribus, tienen su origen en la transmisión de memes. La memética, por tanto, sería la ciencia que estudia los memes.

Susan Blackmore ha sido una de las primeras en teorizar al respecto. Desde su posición privilegiada desde la cátedra de Psicología de la Universidad de West of England, se dedica ha investigar sobre los procesos mentales que llevan al conocimiento en los seres humanos. Uno de los puntos que ha tratado nuestra protagonista es la parapsicología, en concreto ha publicado artículos en los más prestigiosos periódicos y revistas científicas de su país sobre fenómenos psíquicos de personas que han vivido experiencias vitales extremas. Igualmente está interesada en la psicología evolutiva.

Estos tres aspectos de su formación intelectual, a saber, psicología cognitiva, parapsicología y psicología evolutiva le llevó a interesarse por el concepto de “meme”, ya que en él se unen estos tres campos de la ciencia de la mente.

El “meme” tiene que ver con el conocimiento, es decir con la adquisición de información y su procesamiento. Desde la perspectiva de la psicología cognitiva Blackmore se pregunta cuales son los motivos por los que gastamos tantos recursos y energía neurológica para transmitir memes desde los tiempos en que el ser humano empezara a juguetear con el lenguaje; por ejemplo transmitían continuamente los memes “lugares-aptos-para-la-caza”, “sitios-donde-hay-agua”, “cuevas-donde-pernoctar”, etc. ¿Por qué el ser humano usa memes y los animales usan técnicas menos costosas para comunicarse entre sí? Desarrollar un cerebro que permita el uso del lenguaje es un precio demasiado caro para subsistir, ya que hay animales, según Blackmore, que sobreviven comunicándose con sonidos básicos (verbigracia los micos surafricanos) o meras danzas (como las abejas). Además, ¡tamaña construcción cerebral, obra ingente de la naturaleza, para que luego la mayor parte de lo que decimos sea insustancial!.

Los memes tienen también algo que se nos escapa, algo de mágico o de paranormal. Blackmore aplica la parapsicología (según la Real Academia de la Lengua, el estudio de los fenómenos y comportamientos psicológicos, de cuya naturaleza y efectos no ha dado cuenta hasta ahora la psicología científica) para explicar ese tránsito de información entre los seres humanos. En este sentido se pregunta por qué los bebés saben copiar expresiones faciales o copiar sonidos del ambiente en que viven cuando son demasiado pequeños como para reconocerse en el espejo o aprender a practicar. No hay explicación científica alguna, aunque Blackmore invita a pensar que existen ciertos memes innatos, instalados allí desde los tiempos de la gestación.

Desde la perspectiva de la psicología evolutiva, Blackmore hace una serie de afirmaciones un tanto arriesgadas. Como nuestra sección se titula “Filosofía en femenino” sacaremos a colación algunas de las afirmaciones de nuestra protagonista acerca de la evolución del hombre y la mujer respectivamente. Blackmore dice que el hombre suele encontrar atractiva a la mujer fértil y joven y que ellas prefieren solvencia económica en el compañero para que pueda mantener a la posible prole. ¿Qué memes llevamos dentro para que a noveles inconscientes elijamos de este modo a la pareja? ¿Por qué la mujer prefiere que se la conquiste con regalos y es mucho más selectiva que los hombres? Blackmore afirma que los hombres prefieren a las mujeres delgaditas, es decir con caderas finas porque eso indica que no está embarazada ya que lo último que desea el hombre es estar con una mujer que ha quedado embarazada por otro ya que tendría que acarrear con la manutención económica de alguien que no lleva ninguno de sus genes.

Estos ejemplo anteriores tienen que ver con la genética, pero la memética corre paralela a ésta, de este modo Blackmore afirma que la selección naturala habría empezado a favorecer a los que optan por emparejarse con los mejores transmisores de memes. De hecho, la creatividad y la habilidad artística (es decir la creación de nuevos memes a partir de otros previos que ya existían en el cerebro del artista) se han utilizado para atraer la atención de la mujer. Por ejemplo H.G. Wells que era tremendamente feo atraía a las mujeres por esa capcidad innata de crear memes.

Terminemos el artículo con las siguientes palabras de nuestra autora: “un hombre feo y pobre también podría percibirse como un ser atractivo siempre y cuando su capacidad para transmitir memes fuera maravillosa. Pero ¿hasta qué punto puede soportarse la fealdad? Incluso en la actualidad, cuando disponemos de memes en abundancia, son muy pocas las mujeres que se emparejan con un hombre más bajo que ellas. Es evidente que existe un límite y que los memes no pueden dar al traste con todas las consideraciones genéticas, lo cual constituye un área de investigación fascinante.”

Aunque aún no podemos instaurar la memética como ciencia, ya que es imposible aplicar en ella el método hipotético deductivo, si que empieza a dar explicaciones y a constituir un nuevo paradigma (como diría el padre de la filosofía de la ciencia Kuhn) que aclare por qué los hombres son tan distintos a las mujeres. A Susan Blakmore le queda aún muchísimo por decir al respecto desde el paradigma memético.

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